
Siempre
queda la sospecha de si a uno lo toman por bobo, cuando se es una buena
persona, no es que lo dudase que tal vez sí pecase de ingenuo y realmente
estaba actuando como un necio. Para mí,
mejor o peor siempre lograba lo suficiente para comer, nada me ataba ni me
obligaba a mantener y servir a quien no me pagaba. Así que una mañana, aprovechando que él
había subido en camisa a la parte alta de la casa, a hacer sus necesidades,
aproveché para registrarle sus escasas pertenencias, entre las cuales encontré
una bolsa de terciopelo, de las que se utilizan para guardar los dineros. Estaba doblada y seca, sin rastro ni de haber
tenido ni media blanca en mucho tiempo si es que alguna vez la tuvo.
—Este —decía yo —es pobre y nadie da lo que no
tiene. Sin embargo el avariento ciego y
el mezquino clérigo, que por Dios lo recibían, uno por su lengua ágil y el otro
por sus besamanos, me mataba de hambre.
Por tanto había motivos más que suficientes para aborrecerlos como a
este para sentir lastima y honrarle, por mucho que me pesé mantenerle y
servirle siendo que no me aportaba beneficio ni provecho.
Pongo
a Dios por testigo, incluso hoy, que cuando me encuentro a alguien como él, con
esa manera pomposa y elegante de caminar, me dan lástima por pensar que tal vez
lo pase tan mal como le había visto pasarlo a este pobre hombre. He conocido a
tantos que con tal de aparentar lo que no son han dejado hasta de comer, como
de esos otros que de tan avarientos teniendo dineros han sido roñosos hasta con
ellos mismos, pasando hambre y viviendo como pordioseros, para llegar a la
sepultura como los más ricos del
cementerio. A pesar de ello, con toda su
pobreza preferiría más servirle a él que a otros, por lo que ya he dicho. Solo
había algo que me tenía un poco disgustado.
Hubiese preferido que no se diese esos aires de grandeza, ni fuese tan
vanidoso, que fuese un poco más humilde, de acuerdo a su condición real.
Adaptación Lazarillo - Tercer tratado ( Paco Arenas )
No hay comentarios:
Publicar un comentario