jueves, 9 de abril de 2015

La confianza mata y la desconfianza encarcela-( Adaptación El Lazarillo de Tormes -Tratado primero)- (2)

Sepa quién lo leyese, que me llaman Lázaro de Tormes, y aunque a nadie le importe, por no ser persona de relevancia, debo señalar que soy hijo de Tomé González y de Antonia Pérez, ambos nacidos Tejares, una aldea cercana a Salamanca.

Nací en un molino de harina que por entonces existía en la ribera del rio Tormes, por lo que puedo decir sin faltar a la verdad que nací en el mismo río. No es de extrañar que terminase siendo el río quien me bautizó y diese apodo.    Mi padre —que Dios guarde en su seno y si es su deseo le perdone —trabajó en el mencionado molino, durante más de quince años y más hubiese trabajado de no ser por su confianza.  Mas ahora vamos a mi nacimiento. Aquella noche mí madre quiso pasarla con mi padre en el molino, estando yo a punto de nacer, que no pillándole de improviso se arriesgaron más de lo debido.  Sabido es por todos que las aguas se buscan y en sintonía con las aguas del Tormes, mi madre rompió las propias en el mismo molino, sin dar tiempo a avisar ni a comadronas ni a parteras.  Mi atribulado padre entre costal y costal ayudó a mi madre en el recibimiento. Hecho que fue muy comentado y que terminó dándome mote. 



Dicen que la confianza mata y la desconfianza encarcela, como así sucedió a mi pobre padre. Pensó equivocadamente que un poco de grano que tomase de cada costal no se notaría, y sin embargó muchos pocos se convertían en mucho, que siempre se dijo que grano a grano se hace un granero.  Confiaba en su maña y, tanta era su confianza, que cada día cogía un poco más trigo. 

La gente no es ciega ni necia y siempre está vigilante cuando piensa que le pueden tocar la bolsa. Cuando lo poco va en aumento lo que mengua a la vista se ve, y en la romana se pesa. Fue acusado, no sin razón de sangrar los costales y por evitar males mayores confesó su culpa.  Necio hubiese sido negar las evidencias, por lo cual fue conducido a prisión. Por entonces se preparó una expedición contra los turcos y mi padre se marchó a la misma como mulero de un caballero, muriendo junto a su señor en el famoso desastre de los Gelves, quedándome yo huérfano con tan solo ocho años.

 Continua en: 

Zaide, el amante esclavo


El Lazarillo de Tormes -Tratado primero(1) Adaptación Paco Arenas

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