viernes, 1 de julio de 2016

EL QUIJOTE DE AVELLANEDA



No es un plagio, es una impostura. Un querer hacerse con el protagonismo que que le correspondía a Cervantes. Posiblemente la segunda parte del Quijote no existiría o no sería igual de no haber existido El Quijote de Avellaneda. Tiene pasajes y aventuras muy buenas.
En 1614 y con la intención de fastidiar a Cervantes, salió fue publicado el Segundo tomo del ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, que contiene su tercera salida y es la quinta parte de sus aventuras, conocido como el Quijote de Avellaneda. El autor se ocultó tras el nombre de Alonso Fernández de Avellaneda, sin que nadie sepa a ciencia cierta quien era. Algunos piensan que fue el mismo Lope de Vega.  
Ese Quijote de Avellaneda nada tenía que ver con el Quijote de 1605, a pesar de ser también muy leído, pelota de la oligarquía, valedor de la Iglesia y devoto del rosario.  Tuvo mucha influencia en la segunda parte escrita por Cervantes.  Repito, no fue un plagio, sino una impostura, escrita también con ingenio que se lee con gusto y provoca risas y momentos muy divertidos.

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